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Martes, 07 de Mayo de 2024, 00:27 

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    Vecino de chocolate

    Vecino de chocolate

    El balcón de Francisco era amplio, con unas puertas corredizas de vidrio y aunque aquel balcón era excelente, lo cierto es que la única vista era un balcón exactamente igualo junto en frente, a sólo tres metros de distancia, donde de vez en cuando él veía al matrimonio convivir en la sala y ver películas. Ella era delgada y rubia, hermosa para un hombre que disfruta de la belleza de una mujer, pero para el gusto de Francisco, el esposo estaba mucho mejor, con su piel oscura y su sonrisa perfecta, tenía un cuerpo increíble, que aparecía desnudo en los sueños más salvajes de Francisco.

    Desde que el inicio de la cuarentena, parejita había comenzado a tener discusiones, que se resumían en que ella le gritaba un par de cosas y él terminada durmiendo en el sofá de su sala. Aquella noche sucedió lo mismo, pero el vecino decidió que dormir desnudo era la mejor opción, trastornando completamente a Francisco, quien tenía una clara visión del cuerpo relajado el sofá.

                    –Joder, tío —Susurró para sí mismo Francisco sintiendo su polla volverse más pesada y gruesa.

    Sin pensarlo demasiado dejó que su mano viajara a la cremallera y se acarició sobre la tela la polla dura y hambrienta que deseaba asomarse un rato. Gracias a la luna llena, la sala del vecino se iluminaba completamente, mostrándolo con un filtro blanquecino que hacía que su piel luciera más sedosa. Sin poder evitarlo, Francisco apagó todas las luces de casa y se acercó nuevamente al ventanal, mirando el cuerpo en reposo al otro lado.

    Los labios del vecino estaban entreabiertos y de pronto Francisco se imaginó deslizando la polla en aquellos labios gruesos y carnosos que lo sabría chupar deliciosamente. La mano abrió la cremallera y empujó hacia abajo la ropa interior, liberando una polla que rebotó y se mantuvo apuntando hacia el hombre que había provocado ese estado de turbación.

    Francisco estaba tan excitado que no necesito lubricar su sexo, con un movimiento lento se apretó la cabeza de la polla con el dedo pulgar y el índice, haciendo que una gota perlada se deslizara de la punta. Un movimiento en la sala del vecino llamó su atención, el hombre se había removido y la polla relajada y larga yacía contra su cadera.

    Está vez Francisco de imagino a sí mismo poniéndose de rodilla junto al sofá y asaltándolo con la boca mientras aún estaba dormido. Se imaginó chupando la polla y sintiéndola ponerse larga y dura en su garganta, mientras lo chupaba ávidamente y cuanto estuviera totalmente erecto, podría permitirle que se hundiera profundamente en su culo hambriento. Francisco movió con más rapidez la mano sobre su polla, enviándolo al orgasmo duro y rápido, justo como le gustaba, haciéndolo correrse sobre el vidrio de su puerta corrediza.

    Mientras respiraba agitadamente, Francisco miró nuevamente a su vecino y notó que estaba mirándolo fijamente, una sonrisa se coló en sus labios oscuros y lo saludó con la mano antes de acomodarse nuevamente en el sofá y continuar durmiendo.

    Desde entonces, Francisco se sienta a desayunar cada mañana en el balcón y saluda con cariño a sus vecinos de enfrente, especialmente al sexy vecino que le permite ver su cuerpo desnudo cada vez más seguido.

    Fin

    Etiquetas relato erótico